En repetidas ocasiones hemos escuchado que el personal de salud está en la primera línea de batalla frente a este virus que ha transformado la vida de millones de personas en el planeta.
Médicos y enfermeras muestran su increíble fuerza para enfrentar las peores situaciones sin dejar de lado su nobleza y amor por los animalitos. Un ejemplo de ello es Bárbara Borbeck, quien tomó la valiente decisión de cuidar de un perrito guía de uno de sus pacientes.
Se trata de una adorable Golden Retriever llamado Cupido.
El perrito pertenece Joe Tasby, quien perdió la visión hace muchos años, desde entonces, su fiel lo perrito lo ha acompañado en las mejores y peores situaciones convirtiéndose en su lazarillo.
Joe ingresó al Hospital Southern Hills de HCA Healthcare en Las Vegas en marzo, su diagnóstico fue una arritmia cardíaca y enfermedad pulmonar, aunque solo esperaba estar unos días, la pandemia del coronavirus transformó por completo su estadía.
Joe es un veterano retirado que asistió en repetidas ocasiones a Vietnam.
La hija de Tasby al principio iba al hospital para visitar a su padre y cuidar a Cupido, lo alimentaba y le daba algunos paseos.
Pero a medida que la situación por la pandemia fue empeorando el hospital restringió las visitas, por lo que su hija no pudo seguir visitando a su padre ni cuidar al hermoso perrito.
Cupido y Bárbara se hicieron grandes amigos.
El veterano estaba muy preocupado sobre el cuidado de su fiel compañero, pero fue gratamente sorprendido por Borbeck, la noble enfermera que veló por él y Cupido durante las siguientes semanas.
Borbeck es la directora del personal médico-quirúrgico y de telemetría del hospital, fue de gran ayuda para la pareja que había quedado completamente sola.
Los perritos guía son un gran apoyo para las personas con alguna discapacidad.
Ella se encargó se pasear en el hospital a Cupido mientras realizaba sus turnos, en ocasiones lo sacaba para que pudiera respirar aire fresco y se ejercitara aún más.
Se convirtió en ese angelito que necesitaba el perrito mientras su dueño se recuperaba. A Cupido nunca le faltó comida ni golosinas. Incluso lo complacía con su comida favorita.
Visitó nueve tiendas para poder encontrar la comida favorita de Cupido.
Un día condujo más de cuarenta minutos para llegar a una tienda que tenía la comida especial de Cupido.
Borbeck ayudó al dulce perrito en todo lo que necesitaba, sin saberlo, el perro también ayudó al personal quien con solo verlo se sentían mucho más relajados.
El veterano siempre recordará el gran gesto de una mujer que sin conocerlo cuidó de su perrito.
Cupido tuvo muchos admiradores y personas especiales que siempre se preocuparon por él durante su estadía en el hospital.
Cuando finalmente le dieron de alta a Tasby, la enfermera los acompañó hasta el auto donde se despidieron tiernamente. Tasby comenta al respecto:
Me fui de allí pensado que tenía que encontrar alguna forma de mostrarle a esta señora cuánto aprecio lo que ha hecho por nosotros en un momento difícil. Es grandioso cuando conoces a alguien que está en el lugar correcto, en el momento correcto, haciendo lo correcto. Y esa persona es Bárbara”.
Acciones como estas son las que nos hacen pensar que no importa lo desamparado que creas que estás, siempre habrá alguien para ayudarnos y demostrarnos que con amor infinito todo es posible.
El verdadero gesto de amor es el que se hace sin recibir nada a cambio, toda aquella persona que ama a los perritos como a sus semejantes sabe que en ellos radica gran parte de nuestra felicidad. ¡Comparte esta historia!