A menudo los animales nos sorprenden con sus historias de amistad entre especies poco probables, pero una tortuga en especial nos ha conmovido porque para ella un grupo de perritos huérfanos no son unos simples amigos sino que los acogió como verdaderos hijos.
Su nombre es Goliat y le está demostrando al mundo que lo único fuerte que tiene es su caparazón, porque su corazón no se resiste a nada.
Goliat es una tortuga sulcata de 8 años de edad.
El encuentro entre ella y los cachorros sucedió gracias a la intervención de la humana de la tortuga, quien se destaca como trabajadora de la fundación Second Chances Rescue en Cordona, California. Con su espíritu animalista, la mujer llamada Andrea no pudo evitar acoger a una camada de cuatro cachorros que había sido abandonada en un jardín.
Cuidar a los pequeños no sería un problema para ella, solo que consideró necesario mantenerlos separados de la tortuga por temor a que se lastimaran mutuamente.
Unir a ambas especies no era para nada el plan de Andrea.
Según relató, alguien había acudido al refugio para entregar a unos perritos pero estaban tan pequeños que ella misma quiso protegerlos y pensó en hacerse responsable de ellos mientras estaban listos para darlos en adopción.
“Un hombre apareció con una caja de cerveza con estos cuatro cachorros. Afirmó que los atrapó en su jardín, pero no pudo capturar a su madre”. dijo Andrea.
Los perritos pasaron esos primeros días de recuperación dentro de casa, pero a medida que fueron recuperando fuerzas mostraron sus personalidades. Los peludos eran traviesos y aventureros, uno de ellos escapó al jardín y fue allí donde se topó con la tortuga.
Ese día, Andrea buscó al peludo por todos lados sin dar con él. Hasta que finalmente fue a investigar en el refugio de Goliat y para sorpresa de ella lo encontró. Pero no solo estaba ahí, sino que parecía haberse acurrucado con la tortuga.
Esa escena conmovió a Andrea que no pudo evitar sorprenderse.
A partir de ese primer encuentro a la mujer le quedó claro que no había peligro que temer, las escapadas hasta el refugio de la tortuga fueron cada vez más frecuentes y ahora no era solo un perro, sino la camada entera que iba a visitar a Goliat.
Desde entonces la tortuga lenta y solitaria ha tenido compañía. Goliat se preocupa por alimentar a los perritos que parecen disfrutar de las frutas y la lechuga. Pero, lo que más disfrutar es jugar con la tortuga.
Ella lenta y ellos tan escurridizos han sabido cómo entenderse.
Esta no es la primera vez que Andrea lleva a una camada a su casa, como rescatista suele alojarlos antes de encontrarles un hogar. Pero sí es la primera vez que los perros no se aterrorizan con la tortuga.
Por lo general los canes ladran y se extrañan con la presencia de Goliat. De hecho, más de uno ha intentado morderlo y por esa razón sabía que debía tener a los cachorros separados de la tortuga.
Sin embargo, en esta ocasión se equivocó y surgió una insólita amistad.
Debido a su tamaño, los otros perros solían considerar como intimidante a la tortuga. Además, Goliat no es precisamente el ser más sociales pero estos perritos supieron sacar su lado más cariñoso y el nuevo padre adoptivo no piensa abandonarlos.
En la casa de Andrea los días transcurren entre los brincos de los canes y el paso lento y seguro de la tortuga que siempre quiere ir tras ellos. Con toda la energía acumulada, los perritos incluso se trepan al caparazón de Goliat pero esto es algo que a él parece no molestarle.
Estos amigos seguirán compartiendo una vida juntos, pues Andrea está considerando no darlos en adopción. A ella le entristece saber a sus mascotas separadas.